Buscadores de silencio es una novela de ficción con un narrador en tercera persona que representa la realidad de cualquier lector que se identifique con los personajes o el propio argumento.

 Esta expresión le hizo recordar a Ángel sus años de juventud. Había olvidado los movimientos verbales como el expresado en ese momento, dejando la puerta abierta para volver a sentir los olores del pasado y que estaban, hasta ese momento, aparcados en un lugar que él mismo había ido relegando con el paso de los años.” Pág. 65

 

  Las ideas más representativas como la nostalgia del pasado, la amistad por encima de la familia o la discreción, estarían englobadas en torno a la búsqueda de lo que pudo ser y no se materializó; toda esta añoranza de sueños repletos de madurez está englobados en algún desconcierto familiar que se torna en sorpresa a lo largo de la lectura.

 “Se levantaron de sus respectivas sillas, dejando la televisión encendida para que imprimiese algo de familiaridad en el salón. Por el pasillo se perdieron en dirección a la morada charlando de cosas que habían ocurrido en el pueblo, de anécdotas que cada uno contaba, y de cómo los habitantes del lugar no habían evolucionado en los años de ausencia de Ángel.” Pág. 165

 

Los personajes como ÁNGEL o SANTIAGO entretejen en la narración los hilos de su propia vida para que, no sólo JUANA, consiga alcanzar su sueño, sino que ROSARIO, MARÍA y CARMEN encuentren el verdadero significado de su propia existencia.

Las últimas páginas de este resumen de la vida de estos personajes, que están rodeados de otros protagonistas, ultiman la historia con el objetivo cumplido de unos, como Ángel, Juana o Santiago, y el inicio de la búsqueda de otros como Rosario, María o Carmen.

“Ángel miró fijamente a la madera del mostrador, negando que se fuese a quedar en el pueblo, que volvería porque era una visita fugaz, tan solo quería encontrarse de forma clandestina con su infancia…” Pág. 359

 “Santiago no estaba todavía satisfecho y quería seguir charlando, así que recordó que muchas cosas habían cambiado; por ejemplo, en la entrada del pueblo ya no se encontraban los viejos olivos sino casas unifamiliares, y la vivienda de sus padres ya no estaba como la dejó, sobre todo por el abandono y por la hierba que invadía el tejado y el interior.” Pág. 367

 “Ante el ruido intenso de la lluvia, Juana se asomó por la puerta prohibida para comprobar que no estaba sola; tras cerciorarse de que estaba bien acompañada, suspiró entre la cortina clandestina, dejando a Ángel mirar tan solo la censura de la escena.” Pág. 363

 “No había diálogo, tan solo la presencia del silencio en sus miradas. Sus cuerpos no se despegaban, y el rocío en los ojos de Rosario contagió a los de Ángel…

…Cogidos de la mano intentaron subir la escalera, pero él desistió, admirando la silueta de su amada amiga. No había palabras entre ellos, tan solo gestos de lealtad a lo que pudo ser, y fue, pero nadie lo conocía excepto ellos.” Pág. 465

 “María apagó el móvil, y desde lejos observó que Juana le insinuaba algo. Se acercó y la dueña le hizo entrar por la puerta prohibida; unos minutos después salían las dos con la mirada perdida en el hueco que había dejado el cuadro en la pared. No hubo diálogo en el salón entre las dos mujeres, tan solo existía connivencia interna que no era visible para el resto de los protagonistas.” Pág. 502

 “Carmen, totalmente relajada y con el aire tupido de la residencia, se dejó engañar por la sutileza del joven; le comentó que su compañero era un poco mayor que ella, que se lo había presentado Juana y, como buen partido, le aconsejó que saliese con él y que ahora se arrepentía, porque posiblemente en breve se separarían.” Pág. 384

 

 El principal significado mostrado a lo largo de la narración, con las descripciones detalladas, que en muchos casos son reales, (fundamentalmente en el último capítulo del libro, como en la parte central del mismo) es analizar el momento más importante de nuestras vidas: el inicio de nuestra vida laboral, las relaciones personales, la madurez, y sobre todo explicar y esclarecer aquello que hicimos cuando todavía no éramos consciente del resultado final.

“Giró todo su ser mirando el suelo de la vía por la que pasaba, al igual que intentó localizar el puente que separaba el pueblo del camino al monasterio, y se paró para encontrarse a sí mismo. Respiró hondo, y contempló que el pequeño viaducto había desaparecido…” Pág. 461

 “Desde allí también pudo detectar que casi no quedaban casas viejas. A la izquierda todavía se encontraba incrustada en la pared la hornacina con la figura del san Antonio al que en tantas ocasiones había rezado su amiga Elena; se acercó, y un rastro maravilloso de paz ante las piedras modeladas por los romanos atizó su alma.” Pág. 484

 

 

Escrito por: José García Díez

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